Esta semana sin duda ha sido muy dura para mi. Viví en unos días todo lo que la vida me evitó en muchos años pero me lo dejó todo caer de un solo tirón. A veces los caminos suelen ser misteriosos, y caminarlos en la oscuridad puede ser mucho peor. Afortunadamente tengo mi lamparita llamada Juan Manuel, y eso me da tranquilidad y paz interior. Sin embargo, amar es in acto incondicional; y ésta semana todo se trató de amor. Amor a mi familia, amor a lo que hay aquí. Mi corazón es una unidad llena de cajones, un jardín donde las flores son distintas y cada una tiene un distinto perfume. Una de mis flores favoritas enfermó, y la flor que está justo a lado lo hizo también. Es tan difícil poner un límite, una condición, es tan difícil parar de intentar sin sentir que renuncias al amor. Pero mis flores tienen que levantarse por demostrar su preciosa evolución, las he ayudado lo que pude y las tengo que dejar crecer. El amor es un acto de entrega, pero no es dolor. Miraré muy de cerca que pasa aquí, pero no seguiré guardando la tristeza de esta semana por que ya no puedo más. Voy camino hacia el amor en el camino del amor, y aunque no es sencillo dejar a mi paso parte de mis pasos, se que hay cosas que se tienen que quedar atrás. Amar no es una renuncia. Tristeza infinita el día en que el amor caiga de rodillas por culpa de no luchar, no contra él, si no por él, por rescatarlo de la desesperanza, por no dejarle morir. El amor es un pequeño ciego, que se vale de nosotros para poder seguir, para servir de guías, para andar, para vivir. Esta semana nada fue sencillo para mi. Experimenté soledad y frustración; ninguna de los dos me pudo con tanta fuerza alguna vez, que me haya obligado a renunciar, y esta vez tampoco lo haré, amar es un acto de libertad asi que liberaré, pero bajo mis ojos se extiende un valle mas allá de lo que la palabra "frontera" puede describir, mi visión se llama lealtad, y seré fiel a lo que me dicta mi corazón, porque amar no tiene fin, bendita sea esa verdad.